miércoles, 21 de noviembre de 2007

Premio consuelo

A no confudirse. Esto de arriba es el de diploma que le dan a todos los candidatos. El premio consuelo, en realidad, fue la pizza de Guerrín que disfrutamos entre amigos después de la noble derrota ante Javier Sinay, de Clarín.com y Ciudad Internet. El multimedios fue el gran ganador de la noche con cinco estatuillas si contamos además a dos periodistas del diario, uno de TyC Sports y la producción de Argentinos por su nombre, que conduce Andrés Kusnetzoff por Canal 13.

Pero no esta una crónica acerca de quiénes se llevaron los Premos Estímulo 2007. Tampoco aquí haré denuncias de fraude ni acusaremos a los votantes de no entender nada. Es decir, no esperen una salida a la Carrió. No diré que gané en los centros urbanos y perdí en la periferia. Porque es mentira y porque además no manejo esos datos. Los ganadores, buenos ganadores son. Y punto.

El problema acá es otro. Lo que preocupa es la falta de incorrección que los periodistas jóvenes tienen a la hora de pronunciarse. Salvo Diego Skliar -FM La Tribu- que pidió en forma muy atinada y precisa por una nueva Ley de Radiofusión, y una chica de La Liga y Caras y Caretas TV que, muy tímidamente, pidió por "una justa distribución de la riqueza", el resto no fue capaz de sacar los pies del plato. Alguna que dijo que se casaba, otros que agradecieron el equipo de trabajo, todos saludaron a la familia; alguno que intentó tirar una frase pero no se llegó a entender del todo -está bien, son los nervios. Hay casos peores. Hubo uno que tardó varios minutos para decir "bueno, na... gracias... na, estoy es muy importante... na, ". Y así. Tampoco faltó aquel y aquella que se quedó sin palabras.

Periodistas sin palabras.

¿No había nada para decir? ¿No hay rebeldía en los periodistas de nuestra generación? ¿No había nada por reclamar, por repudiar o reivindicar? ¿Se habrá enterado alguno de estos periodistas jóvenes que uno de los suyos había sido golpeado meses atrás por unos matones de la UTPBA? ¿Es posible que ni siquiera se hayan acordado de Julio López? ¿No hay críticas a los grandes medios? ¿No hay luchas gremiales? ¿No hay despidos en La Voz del Interior? ¿No son los jóvenes periodistas los que deberían mostrar algo de irrespetuosidad al sistema? Si nos guiamos por lo de anoche, acá no pasa nada.

Al lado de la ceremonia de ayer, las entregas de los Martín Fierro son mitines políticos de grupos combativos. Sólo con la presencia de Eduardo Aliverti o Jorge Lanata. ¡Hasta con la de Santo Biasatti! Alguno algo dirá. Podrá ser interesante, polémico o no, pero algo dirán. Alguno llevará una consigna. ¿Se acuerdan del "somos todos docentes", del "todos somos Aerolíneas" o del "no se olviden de Cabezas"? ¿Y del "somos actores, queremos actuar"?

¿Nadie tenían una reflexión, por caso, sobre Botnia? ¿Y sobre la desnutrición en el país? ¿Y sobre el Gobierno? ¿Y sobre la situación en las cárceles? Insisto, ¿se habrán enterado lo que le ocurrió a Tomás Eliaschev hace unos meses?

Y esto no es una crítica a la escuela que organizó los premios. Tampoco es una valoración profesional de quienes ganaron ayer. Mucho menos personal. Es sólo una reflexión acerca de la realidad del periodismo joven. ¿Cuáles son sus inquietudes? Parece una generación acrítica, despolitazada. ¿Por qué no hay ganas de decir nada, de bajar una línea, de usar -por una vez, al menos- el micrófono para expandir alguna palabra que pueda generar conciencia?

Tal vez le estoy pifiando feo. Tal vez esté muy equivocado. Es sólo una impresión, una punta para un debate. Hace poco Pablo Llonto escribió una Carta abierta a ocho compañeros donde les pedía que no concurrieran a recibir el Premio Konex. Les recordaba cuando Marlon Brando mandó a una indígena a recibir el Oscar en 1973.

Desde acá no pido tanto.

¿O acaso es mucho reclamarle a un periodista que articule cuatro palabras y envíe un mensaje? ¿O acaso es demasiado pedirle a mis compañeros de generación que sean un poco más rebeldes?

En la presentación de la antología En celo, Esteban Schmidt decía acerca de algunos jóvenes escritores:

"La rebeldía, esa marca de la juventud, tendrá que esperar tal vez a otra generación. Gente que se enoje más y que se someta menos. Y que sonría menos. Que le parezca todo un poquito más choto. O sea, más como es todo".

Qué bien que viene esto para algunos nuevos periodistas.

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