No sé bien por qué me metí ahí pero de repente caí en C5N, más conocido como Cristina 5 Néstor, y escuché a un movilero hablar de Alfredito, que Alfredito había descansado, que había pasado bien la noche, pero que ahora volvía a la plaza, su lugar, y que la gente -la gente- venía a sacarse fotos con él, con Alfredito, la nueva atracción turística del campamente ese que armaron frente al Congreso. Todo me hacía creer que se trataba de De Angeli, al que, insólitamente, este muchacho lo llamaba así, como dije, Alfredito; pensé que lo estaban gastando incluso, qué suelto este pibe, me dije, hasta que, advertido de que me hablaban de un toro inflable, concluí que al que gastaban era a mí, por no decir a todos los que en ese momento perdían el tiempo en ese canal.
El momento fue tan contundente en el papelón, tan vengonzante, que desde el piso una chica acotó que Alfredito había sufrido un atentado. A la mierda, pensé, el nivel al que llegamos ya es un corte Carozo y Narizota con la diferencia de que estos ponen la trucha frente a las cámaras. Ni eso, la desinformación era tal que el toro ni siquiera había sido pinchado, o lo que era lo mismo para estos señores, ni siquiera había sufrido un atentado. Yo me fui, no lo soporté, preferí seguir, como corresponde a esas horas de la tarde, con el programa de filosofía de Feinmann mechando cada tanto con Intrusos porque uno nunca sabe. Pero me tenté, y cuando Feinmann terminó con Walter Benjamin bajé un canal y vi que estos señores seguían con el toro, esta vez preguntándole a unos chicos que andaban por ahí qué otros animales debían ir a la plaza. No se rían pero creo que hasta los chicos se dieron cuenta de que debían correrse de escena para no ser burlados al otro día. Sin embargo, el movilero siguió, seguramente apurado desde estudios, preguntándole a las personas que andaban por el lugar que qué opinaban de Alfredito, que si le gustaba más que la pingüina Cristina (sí, ya sé, están todos locos, pero es lo que hay) y sus distintas variantes.
Llegamos ahí, compañeros, a la profundidad del debate que nos proponen algunos medios. Una hora de Alfredito como si estuvieran haciendo una nota en el zoológico en vacaciones de invierno. Pero no: se están discutiendo algunas cuestiones un poco más importantes, de las que seguramente vos, yo y millones más saldremos perdiendo gane quien gana, como casi siempre. Pero bueno, tampoco nos tomen por pelotudos. Yo sé que el flaco no tiene la culpa, lo mandan a hacer eso, lo apretan, de lo contrario no cobra. O termina como los trabajadores de Minuto Uno, en la calle, doce despidos a manos del pensador contemporaneo, Samuel Gelblung. ¿Cómo puede un tipo cargarse así a doce laburantes, y seguir caminando como si nada? Bueno, se trata de un personaje que dirigió una de las publicaciones cómplices de la dictadura y se rearmó.
Pero vuelvo a C5N. Se ve que al kirchnerismo no le cierra el número y hay que hablar de cualquier boludez. Aunque C5N tampoco era el único porque probé en Todo Noticias y adivinen en qué andaban. Yo a esa altura me imaginaba la situación: el minuto a minuto (¿existe en el cable esa porquería?), medimos bien, vayamos con Alfredito que rinde. Yo por las dudas apagué la tele -Intrusos sin Rial no es Intrusos, Ventura, sabelo- y seguí en otra. Hasta que me llamó mi vieja y entre una cosa y otra me dijo: "¿Viste que ahora llevaron una paloma gigante al Congreso?" "¿Dónde lo viste?" "En C5n".
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