martes, 9 de octubre de 2007

El Che dominguero y el Che revolucionario

Fue casi inevitable para todos los medios recordar los 40 años del asesinato de Ernesto Guevara. El Che resultó la atracción de la mayoría de los diarios del domingo, que buscaron cualquier excusa con tal de tenerlo en la tapa. Eso significa algo que ya sabíamos: la imagen del revolucionario es de las más vendibles. Pero también que Guevara se convirtió en una figura con un lugar determinante para la historia. Esto es gratificante, por cierto. Que Clarín haya levantado la veda que pesaba sobre el Che en tiempos de Joaquín Morales Solá, está muy bien.

Ahora bien, salvo Página/12, que hace un rescate político de Guevara, el resto es indudable que ha banalizado la figura del Che. La despolitizaron. Porque hablar de Guevara sólo como un idealista es minimizarlo. El Che no fue un idealista, fue un revolucionario. Un idealista es otra cosa, es algo mucho más abstracto. El Che era un combatiente, guste o no. Hizo una revolución, intentó otra en el Congo y una tercera en la que terminó asesinado. Pero ahora lo ponen en el lugar del mito y la verdad que es bastante deliberada la idea porque lo neutralizan. Es decir, neutralizan lo mejor que tiene el Che: la lucha por un mundo igualitario, justo y socialista. "Murió por sus ideas", dicen. No, no murió por "sus ideas". Morir por una idea no es un mérito en sí mismo. Al Che lo asesinaron porque quería hacer una revolución socialista en América. Su mérito está en buscar un mundo más justo.

Y digo que la despolitización es deliberada porque es la manera que tiene el sistema para incluirlo. El Che lucharía contra los dueños de los medios que el domingo lo pusieron en la tapa. Incluso lucharía contra algunos de los que escribieron las notas. Pero como el sistema no puede contra él, se une. Y para eso necesita quitarle el contenido: destacar la figura romántica, dejar de lado sus ideas, mostrarlo como un fracasado político. Las ideas del Che están sobre la mesa para discutirlas. El foquismo, la guerra de guerrillas, el hombre nuevo, son métodos y conceptos para debatir. Pero ni siquiera eso se hace con el Che.

Hace 40 años Guevara no se convertía en mito sino en el símbolo de la rebeldía. Se convertía en la musa inspiradora de miles de jóvenes que optaron por la lucha armada, de obreros que pelearon por salarios, de estudiantes que luchaban por una mejor educación. El Che hoy no es símbolo de otra cosa que no sea rebeldía aun con todos los intentos de neutralización. La tapa de Clarín está incómoda con la figura de Guevara. La tapa de Perfil, también. ¿Quién escribió sobre el Che? ¿El periodista que aprieta periodistas porque hacen paro?

Conocí a Liborio Noval en La Habana, en marzo de 2006. Con Natalia estábamos hospedados en el manso y tranquilo barrio de Vedado, a unas cuadras de su casa. Lo llamé por teléfono para saludarlo y nos invitó a compartir un café. Nos atendió junto a su esposa, Nidia. Ese día conocimos un gran amigo y también un hombre con una fuerte historia detrás. Liborio había tomado bellísimas fotografías del Che, que tenían una frescura particular: en los retratos, era el Che haciendo la revolución en el trabajo voluntario. Recuerdo que Liborio no tenía en las paredes de su casa ninguna imagen de las que había tomado. Sólo había una foto dedicada de Fidel, a quien siguió por todo el mundo hasta hace unos años. Luego entendí que era así porque Liborio es de esas personas que hacen un trabajo silencioso. Tiempo después, visitó Buenos Aires y tuvimos una larga charla en el balcón de casa. Anochecía y la brasa del cigarro nos iluminaba la cara a ambos. Fue la entrevista más bella que tuve en mi vida. Liborio pitaba, pensaba y luego largaba sus ideas, sin ningún apuro, junto al humo del tabaco. Paciencia cubana. Una parte de la entrevista la publiqué acá pero quedó mucho material afuera. Incluso la parte en que dialogamos sobre qué piensa él de las fotos del Che en remeras y otros productos comerciales. Claro que la entrevista es aún más larga, pero sería demasiado si publico todo. Me quedo con el final, el cierre que le da Liborio a la charla es magnífico.

- ¿Cómo era para vos cuando tenías que trabajar con el Che? ¿Cómo te preparabas cada vez que tenías que salir a hacerle fotos?
- Yo no me preparaba, yo era un muchacho joven que tenía que dejar todo lo que mandaban para el periódico para publicarlo allí.

- En ese momento, estabas en Revolución…
- Estaba en el periódico Revolución. El Che para mí fue una escuela, por la forma que tenía de expresarse, de enseñar cómo tenía que hacer las cosas. Era muy conciso, siempre daba el ejemplo. Cuando él decía que había que hacer una cosa, él daba el ejemplo y lo hacía. Y todo eso se fue sedimentando en mi mente, hasta el día de hoy, sin yo saberlo, sin yo estar preparado políticamente, sin yo quererlo, el Che me fue enseñando muchas cosas que se sedimentaron en mí. Una forma de ser, una forma de actuar, una forma de pensar, una forma de plantear las cosas, con firmeza. Una ética. Una ética de la vida, una ética de la revolución. Intuitivamente lo he seguido haciendo. Me ha pasado lo mismo con Fidel. Hay unas líneas que tú no puedes pasar, que te marcan en la vida, que te las marcan desde que tú naciste, que te las marca la familia, sin ningún tipo de pensamiento político, pero te van educando, como ser cómo ver la vida, cómo hacer las cosas. Y eso lo aprendí con Fidel y con el Che.

- ¿Te acordás cuándo fue la primera foto con el Che?
- Una que yo tengo fue una vez que él estuvo en una Conferencia en un estudio de televisión en los años 60, en una estación televisión que se llamaba CMQ. Y poco tiempo después, en febrero, fue cuando empezamos una especie de relación fotógrafo-dirigente. No una relación amistosa, aunque nos conocíamos, nos saludábamos, pero no había ningún tipo de amistad. Cuando al Che lo nombran ministro de Industria, en febrero 1961, hace un trabajo voluntario en un reparto cerquita de La Habana, cerquita de la ciudad, donde se estaban construyendo casas para personas que vivían en barrios insalubres. Yo llegué ahí, el Che llegó un ratico después, a las 6 de la mañana, y me preguntó qué yo hacía ahí. Le dije que iba a hacer un trabajo para el periódico, que me habían enviado a hacer un reportaje. “¿Tu viniste a trabajar?”, me preguntó. “Sí Comandante, yo vine a trabajar, a hacer un reportaje para el periódico”, contesté. “Yo no te pregunto eso, yo te pregunto que si tu estás dispuesto a hacer lo que venimos a hacer a aquí”. Le dije que sí. “Bueno, ven conmigo, ponte la cámara ahí y ven conmigo”. Ahí se produce una relación de fotógrafo a dirigente. Salió un reportaje en el periódico de una página, con fotos en primera plana. Y el periódico un poco por inercia, me envió a hacer otras cosas con el argentino. Nosotros le decíamos al Che “el argentino”, pero entre nosotros. Un tiempito después me vio en otra actividad y me dijo: “Oye, el domingo nos vemos en tal lado”. Era otro trabajo voluntario. Un día yo iba en mi auto y me tocaron el claxon y cuando veo era el argentino manejando su carro solo. “¿Qué tal, como estás tu? El domingo nos vemos en tal lugar”. Ahí empezó una relación de trabajo. Y había que trabajar, había que cumplir la norma de esa fábrica, de ese lugar donde estabamos trabajando. Y siempre yo me tomaba unos quince minutos para hacer las fotografías.

- Vos retratabas eso, y era muy importante porque esa fue una de las ideas que más perduró del Che en Cuba, que es el trabajo voluntario…
- Era una de las formas que él tenía para educar y lo hacía con los trabajadores del Ministerio de Industrias, está escrito en libros…

- ¿Y qué trabajo hacías?
- Era llevar una carretilla con mezcla, estar en una fábrica donde se conformaban tipos de cartones para hacer cajas, o era un lugar donde se reciclaban botellas. Había que hacerlo y había que trabajar cuatro horas. Y de esas cuatro horas, yo me tomaba quince minutos para tirar fotos. Pero había que estar a las seis de la mañana cuando se empezaba a trabajar hasta que se acababa. Había que cumplir la norma de esa fábrica o en esos lugares. Pero no era obligatorio, era una cosa voluntaria, tú ibas con ganas a hacerlo, eso lo instituyó el Che, explicó para qué se hacía. Era una forma de enseñanza, en parte para aumentar la producción, y siempre era muy educador, dando lo ejemplo. Diciendo lo que había que hacer, pero él era el primero que lo hacía. Cuando tú tienes alguien que da el ejemplo para algunas cosas, tú lo sigues, porque aparte está trabajando. Te dijo que había que hacer algo, pero él lo está haciendo también, por eso tú lo sigues. Por eso yo he pensado siempre que las ideas del Che nunca han muerto. Él dijo que había que ir a luchar, a hacer la Revolución, y fue él, puso el pecho él, no mandó a nadie. Y hacía el mismo trabajo que los soldados que estaban con él, que los guerrilleros que estaban con él. El Che acostumbraba a no admitir que le dieran una comida mejor que los demás y hay varias anécdotas sobre eso, que le dieron algún tipo de desayuno y que él dijera: “¿Y esto? ¿A los demás les dieron esto? No. Bueno, llévate esto y tráeme lo que le dieron a los demás”.

- El Che ha quedado fuertemente simbolizado con su imagen. ¿Cuándo veías una foto de él? ¿Cuándo sabías que debías apretar el obturador?
- Mira, nosotros veníamos las fotos muy normales. Yo no te puedo decir ahora que cuando yo veía las fotos del Che cuando yo las hacía como una cosa extraordinaria. Era nuestro trabajo, lo mismo retratábamos a Fidel y al Che que a otro dirigente de la Revolución o a un reportaje de un trabajador para el periódico. O que a una fábrica o una granja agropecuaria. Era nuestro trabajo. Por supuesto, siempre teníamos cuidado de hacer nuestro trabajo con todo el mundo. Lo que más te preocupaba, si tu quieres, o le ponías mucha más atención era con Fidel, con el Che, con Raúl, porque un trabajo mucho más importante todavía. Pero para mi siempre los trabajos han sido importantes. Para mi es lo igualito retratar a Fidel Castro que a un campesino. Tengo que hacerle una buena foto al campesino y tengo que hacerle una buena foto a Fidel. En ese sentido fotográfico no hay ninguna diferencia. Sé que tengo más responsabilidad de las cosas de Fidel que de un campesino.

- En esa relación dirigente-fotógrafo, ¿el Che te hacía algún comentario de sus fotos?
- No, al Che le gustaba la fotografía, pero no le gustaba que lo retrataran. A veces te hablaba de qué cámara tú estabas usando o qué película estabas usando o qué revelador usaste, porque él sabía que teníamos pocas películas o pocos reveladores y muy pocas cosas, pero no te decía si las fotos estaban buenas o estaban malas. Las fotos salían publicadas en el periódico, tal como salen ahora en las exposiciones, pero nunca me dijo si les gustaba esa foto o no. A veces te preguntaba cómo tú estabas, cuánto hijos tenías, da la casualidad que él tiene cuatro hijos y yo también. Más o menos los hijos nuestros y los de él están un poco parejos en edad.

- Ese es un lado humano del Che que, en general, al idealizarlo, se olvida, ¿no es así?
- Mira, te lo digo porque dentro del trabajo de prensa en la Revolución estuve 44 años haciendo fotografía. A Fidel siempre lo he retratado como un ser humano, incluso dije en una entrevista que me hicieron que yo nunca he retratado a Fidel por ser el presidente del país ni por ser el Comandante en Jefe ni por ser el líder de la Revolución, lo he retratado como un ser humano como yo lo he visto. He tenido la oportunidad la oportunidad de verlo en una gran cantidad de ángulos diferentes: lo mismo cargando a un niño que jugando béisbol, que jugando básquetbol, que hablando por teléfono, que haciendo un chiste con un campesino. Lo he visto de muchas maneras. Y eso te la impresión de un ser humano, porque lo hace con una gran naturalidad. No carga a un niño para que salga en la prensa ni le posa a los fotógrafos. Y nunca nadie me ha dicho cómo tenía que retratar a Fidel. Yo tengo plena libertad de hacer cualquier tipo de fotos, las que yo quiera, nunca me he sentido presionado para retratar a Fidel de un solo ángulo, yo lo he retratado libremente. Todos los fotógrafos de aquella época trabajábamos libremente. Aparte que Fidel era muy fotogénico.

- ¿Qué foto de los otros fotógrafos te hubiera gustado sacar?
- Esa pregunta hay que hacérsela a los demás fotógrafos con relación a las fotos que yo he hecho, porque si Korda tiró esa famosa foto, yo no estaba ahí. Yo he hecho muchas fotos y otros fotógrafos han hecho muchas fotos. Me hubiera gustado estar en Girón, pero no he estado en Girón, el periódico me mandó a estar cerca de Guantánamo, en la base naval americana que tenemos desde principio de siglo pasado. Korda estuvo en Girón y en la Sierra Maestra. No podía, me mandaron a Guantánamo, repartieron a los fotógrafos por distintas partes del país. Otra cosa: no soy envidioso, el que hizo la foto de Girón, como lo hizo Corrales. Bueno, Corrales estaba y lo mandaron para Girón y entonces fue. Yo estaba en Guantánamo. Si hubiera pasado algo en Guantánamo, a lo mejor Korda, Corrales, hubieran dicho que les hubiese gustado estar en Guantánamo. Pero me mandaron a mí y no pasó nada. Estuve casi un mes de vacaciones. La invasión de Girón me la pasé oyéndola por radio y viéndola por televisión.

- ¿Y entre ustedes hablaban de ese tipo de cosas?
- Seguro que sí, éramos amigos. Somos amigos todavía y lo hablábamos. Nunca hubo ningún tipo de envidia entre nosotros, porque yo podía estar haciendo una cosa en un lugar y el otro podía estar haciendo otra cosa. Eramos compañeros, Corrales y yo nos conocíamos del año 57, teníamos una gran amistad. El viejo Salas vino de Nueva York y era como si fuera mi padre. No había envidia, no había razón para que la hubiera. Porque estábamos trabajando todos para la misma cosa, y sabía que si yo estaba en la parte oriental del país y pasaba algo en Pinar del Río, yo no podía estar allí. Pero como a otros si estaban en Pinar de Río y yo estaba en la zona oriental, ellos no podían estar y las fotos las hacías yo. Eso es lo que ha pasado con Fidel, con el Che… yo no tengo todas las fotos de Fidel, las tiene un grupo de fotógrafos grande. Lo del Che pasa lo mismo, no fui el único fotógrafo que retrató al Che, porque a lo mejor yo estaba en Camagüey y el Che estaba haciendo trabajo voluntario en La Habana, donde había otros fotógrafos. Y tú no puedes sentir envidia de un colectivo que estamos trabajando juntos, que nos enseñábamos las fotos, que decidíamos las fotos que íbamos a presentar en la dirección del periódico, no decidíamos las que se iban a publicar…

- Pero lo intuían…
- Por supuesto que lo intuías, cuando tú ya tienes un poco de experiencia sabes que tu foto sirve para publicar en un periódico. Eso te lo da la experiencia, te lo da el grupo que está trabajando contigo, los demás fotógrafos que te pueden decir “esa foto está buena”. Y que el viejo Corrales te diga que una foto está buena para ti era un mérito.

- ¿El era el gran maestro de todos?
- Era el que tenía más edad, el que tenía más conocimiento. Y fue un maestro, sobre todo, aunque Corrales y yo nos llevábamos pocos años de edad. Cumplíamos años el mismo día, el 29 de enero, y los celebrábamos juntos. Es decir, había una amistad pero había que respetarlo por cómo empezó a trabajar Corrales, los trabajos que realizó, cómo se hizo fotógrafo, todas esas cosas, la experiencia que tenía y todo lo fue transmitiendo. Nosotros éramos una esponjita, que no sabíamos nada de fotografía porque nunca nadie había trabajado en un periódico.

- ¿Cuánto tiempo estuviste en Vietnam?
- Fui por primera vez por quince días, estuve 55, cuando la guerra. Incluso hice un libro de fotografías sobre Vietnam, que parece una paradoja pero no tiene nada que ver con la guerra. En el 69, en plena guerra, con los bombardeos de los americanos, yo tenía la idea de saber cómo vivían los vietnamitas a pesar de la guerra. Incluso el libro se llama así: “A pesar de…” Y encontré gente trabajando, caminando por la calle, enamorándose en los parques, niños en las escuelas. Después fui dos veces más a Vietnam, en el 75 y en el 79. A mi me marcó también en el 69, era otra escuela, era otro pueblo que estaba luchando y que derrotó al imperialismo, que es lo mismo que estamos haciendo nosotros.

- Eran los famoso Vietnam que pedía el Che…
- En la carta que le escribió al Tricontinental. Vietnam ahora ha dado un gran paso hacia delante, yo no he estado ahí, pero sé que lo ha dado.

- ¿Cuál fue la etapa más bella de la fotografía cubana?
- La más esplendorosa, la de más explosión, la de más ir cambiando el país completo, haciendo más cosas, fue desde el 59 hasta alrededor del 70. Le llaman la épica de la Revolución. Después de esa época se hicieron más cosas, pero la efervescencia fue en esa época. Incluso lo hicimos con mucho trabajo, casi sin materiales, con unas camaritas muy simples, sin luz artificial, con luz natural. Fue mucho el trabajo, pero lo hicimos y ahí están las fotos. Después, se siguió haciendo porque la Revolución sigue haciendo cosas que hay que seguir reflejando pero aquellas cosas eran un poco más diferentes. Las grandes concentraciones de un millón de personas casi todos los meses, por diferentes motivos: nos estaban atacando, nos estaban invadiendo, nos hacían sabotajes… Ahora el país está más tranquilo, está más aceitado, y ya se resolvió todas las cosas de las escuelas, de la educación, de la salud. Todo eso ya no hay que reflejarlo tanto, ya pasó.

- ¿Ese prestigio que se han ganado los fotógrafos de la Revolución, esa admiración, es en forma indirecta admiración a la Revolución Cubana?
- Mira, yo no creo que nosotros tengamos prestigio. Nosotros hicimos un trabajo que nos tocó hacer, como ahora hay otra gente que está haciendo el trabajo que nosotros no estamos haciendo, esto es un relevo, si tú quieres de una generación a otra generación. A mi hay veces que no me gusta cuando dicen: “Ustedes, los fotógrafos históricos de la Revolución”. No, hay muchos fotógrafos históricos de la Revolución. Me tocó ser uno de ellos y, como te dije anteriormente, no me creo el ombligo del mundo.

- Pero imagino que debés estar orgulloso de ese lugar…
-
Bueno, por supuesto que sí, de haber hecho algo por la Revolución y de lo que voy a seguir haciendo por la Revolución. Porque cuando yo expongo una exposición mia personal, con fotos hechas por mí en la Revolución, donde están Fidel, el Che y lo que se hizo, eso es un trabajo para la Revolución también. Pero no lo hago por prestigio, ni por mi ni nada menos. Es más, a veces no me gustan las exposiciones personas, me gustan más las exposiciones colectivas, porque ahí se ve contra visión más amplia lo que ha hecho un grupo de fotógrafos. Es una obra completa. Como hicimos en el mes de agosto, que en la fototeca se hizo una exposición de 103 fotos para el 80 aniversario de Fidel, como de 15 fotógrafos. Están las fotros mias y las fotos de los demás fotógrafos. Ahí están las fotos que ellos no hicieron, donde yo estaba, y están las que yo hice, donde ellos no estaban. Y eso es muy bonito, eso es muy lindo, porque tu no puedes estar en todos lados.

- ¿Por qué la fotografía de la Revolución Cubana se ha ganado tanto respeto?
- La Revolución surgió en un momento dado, en un país pequeño, en un país muy chiquitico, que el famoso y poderoso enemigo que tenemos en el Norte, nos ha querido aplastar. Pero no nos ha querido aplastar desde 1959. Los que saben un poco de historia saben que desde 1820 los americanos se quieren hacer dueños de la isla de Cuba, del archipiélago. Lo quisieron hacer en los años 40, quisieron cambiarlo con Inglaterra por las Filipinas. En 1898 se metieron cuando los cubanos les estaban ganando la guerra a los españoles y en 1902 ya estuvieron metidos en Cuba apoyando al único gobierno que se hizo en Cuba en aquel momento, pusieron una enmienda, se quedaron en la base de Guantánamo. O sea, ellos siempre han estado locos por quedarse con ese caimán que está en la entrada del Golfo de México, pero ese caimán muerde y da coletazos. Fidel fue el que nos enseñó cómo teníamos que respetarnos nosotros mismos. Cómo teníamos que no tenerle miedo a ese monstruo que teníamos ahí arriba, no al pueblo americano, porque nosotros no tenemos ningún problema con el pueblo americano. Yo tengo amigos americanos que incluso vienen a mi casa cuando su gobierno los deja ir a Cuba, ese es un problema. Pero los gobiernos americanos nos agredieron, nos hicieron sabotajes, nos tienen bloqueados, no podemos comprar nada en los Estados Unidos… hay veces que no podemos comprar nada en ningún otro país porque los americanos se lo impiden. Es increíble: la historia no se ha hecho todavía de cómo ha sido ese bloqueo completo, eso no es un bla bla bla de los cubanos de que tenemos problemas con el bloqueo. Tampoco somos una sociedad perfecta, tenemos errores, tenemos virtudes, y los errores estamos trantando de solucionarlos, poco a poco. A medida de la condiciones que nosotros tenemos. Empezamos con seis millones de habitantes y hoy somos casi 11,5 millones. Hemos hecho muchas cosas, pero no hemos todo, no todo lo que queremos.

- ¿A qué crees que se ha debido que muchos medios de comunicación masiva han cambiado su visión, su mirada, hacia Ernesto Guevara a casi 40 años de su asesinato?
- Pienso yo, mi opinión personal, que ustedes tuvieron un problema político-militar en los años 70 con la dictadura, los desaparecidos, los muertos. Igual que en Uruguay, en Brasil, en América Latina. El Che tenía que ser un asesino para esa gente. Al Che no lo podían hacer una figura. Sin embargo, los que luchaban contra la dictadura militar tanto en la Argentina como en Uruguay y en Brasil, sí sabían quién era el Che, sí sabían por quién estaban luchando. Ahora las cosas cambiaron. ¿Quiénes están en los gobiernos de esos países? Cambió la generación, cambió la gente. Y el Che sigue naciendo. En el mundo entero. Es increíble, pero desde la Argentina hasta Australia y Japón, por ponerte los dos polos, está el Che. En Australia sé que está el Che, están las fotos, las remeras. Y aquí empezaron a aparecer las remeras, la gente tatuada con la imagen del Che y empezaron a conocer otro Che, porque no lo conocían, porque no se lo enseñaron. Se lo tenían prohibido. Y estuvieron, a lo mejor, 15, 20, 30 años, diciéndoles que el Che era un asesino. Un argentino asesino, que mató gente. El Che no mató gente. El Che era un guerrillero y en una guerrilla tú tienes que matar a alguien. Y cuando triunfó la Revolución había que fusilar a alguna gente que se cogió presa, que había matado campesinos, había torturado y había hecho muchas cosas. Hubo que fusilarlos y el Che firmó algunas leyes, algunas órdenes de fusilamientos, pero no fue nada del otro mundo, no fueron ni 500 ni 1000 ni 1200, fueron 30 o 40 personas.

- ¿Y a vos qué te genera verlo en las remeras, en los tatuajes y en los productos comerciales? ¿No es un poco una banalización de su imagen?
- Eso lo hemos conversado varias veces, qué nos hubiera gustado. Hemos llegado a la conclusión de que quien se compra una remera con el Che, se la compra por algo. No es John Lennon, el de Los Betles, no es Maddona, no es Bob MArley, no es Nat King Cole, no es Frank Sinatra, no es Shakira, no es Jennifer López. Entonces, si compra una remera con la esfinge del Che es por algún motivo. Igual que el que se hace un tatuaje en el brazo con el Che. No es lo mismo que tú te hagas un tatuaje en el brazo que diga “Natalia, yo te amo”, que es tu esposa. No, tu tienes que saber que cuando te haces un tatuaje lo tienes que llevar toda la vida, y lo hiciste porque tú sabes quién es esa persona, qué ideas tiene esa persona o qué ideas presentó esa persona en la vida. El Che lo hizo todo, el ejemplo lo dio él. Había que ir a luchar y él fue delante de todo el mundo. Es increíble, o sea, no es una gente que manda a la gente y se queda atrás. Estaba adelante y eso en Cuba se respeta.

- ¿A vos te ha pasado de ver alguna imagen que hayas retratado de él en alguna remera?
- Las he visto en muchísimas partes del mundo y tengo un montón de cosas del Che en distintas partes del mundo. En Cuba hay fotógrafo que se llama José Alberto Figueroa que tiene una colección tremenda de fotos de la imagen del Che en paredes, en remeras, en fosforeras, lo que tú te puedas imaginar, que está el Che. Galeano dijo que es el más nacedor de todos, que nacía todos los días. Yo nunca he concebido al Che muerto, para mi sigue vivo. Incluso el libro que hicimos, “Che Guevara, por los fotógrafos de la Revolución Cubana”, se decidió no poner ninguna foto del Che muerto. Porque el Che no está muerto, el Che está vivo. Está vivo de alguna manera. ¿Qué hace el Che en Isla Negra en el centenario de Neruda? ¿Qué hace el Che en una manifestación de los estudiantes parisinos a mediados de este año? ¿Qué hace? ¿Qué hace el Che en el Katrina el año pasado? ¿Qué rayos hace? Alguien lo sacó. Eso quiere decir que el Che no está muerto. Puede que no esté vivo físicamente, pero está vivo en las ideas de la gente que quiere cambiar, que quiere quitarse un montón de cosas que están pasando en el mundo. Es increíble. Esas ideas no las mata nadie, esas ideas están vigentes… esas ideas están vigentes.

Fotos: Liborio Noval y Paloma García

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