Hay que patear al chancho para que aparezca el dueño. Pero en este caso fue al revés: hubo que patear al dueño para que aparezca el chancho. Después de más de tres meses de jugar a las escondidas con la complicidad de la conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), uno de los agresores de Tomás Eliaschev se presentó ante la Justicia.
Gustavo Vargas tiene un conchabo como redactor de la agencia de noticias que regentea la Utpba, además de figurar como parte del área de Comunicación del sindicato. En los distintos artículos que se pueden encontrar en internet, parece un muchacho interesado por el hambre, defensor del chavismo, y amante de términos grandilocuentes como "genocidio planetario". Allí también atiende un correo, en donde se le pueden dejar mensajes.
Sin embargo, esa preocupación por la distribución de la riqueza no le impidió echar de la sede de la Utpba a un periodista que había sido despedido. Acatando órdenes de sus comandantes, desairó a quien esto escribe con la insólita frase: "Si no estás afiliado no te podemos defender".
Podría tratarse de un joven confundido si no fuera porque al otro día, en el marco del mismo conflicto en Perfil, decidió ir más allá y tomar a golpes a otro trabajador de prensa que sólo le insistía que el sindicato debía solidarizarse con el despedido. No lo hizo solo: otro matón, que todavía no fue identificado, le dio una mano. Después de moler a palos a Tomás Eliaschev adentro de la sede, lo dejaron tirado en la calle. Torniyo casi pierde un ojo.
La conducción de la Utpba decidió manipular los hechos y aseguró que se trató de una pelea "entre colegas", además de adjudicarle a Tomás el rol de un "provocador". El problema es que hasta aquí no decía quiénes eran "los colegas" que se "pelearon" con Torniyo.
Ahora apareció Gustavo Vargas, del que sólo teníamos registrado el nombre de pila y su rostro. En realidad, fue su abogado quien se presentó ante la fiscalía que lleva el caso. Según trascendió, allí resumió el hecho a una simple pelea en la puerta del sindicato y adujo que fue Tomás el que provocó a su defendido. Los testigos dicen lo contrario.
No es casualidad que esto ocurra a casi una semana del allanamiento de la sede de Alsina, del que dimos cuenta en este blog. En esa oportunidad, se encontraron restos de sangre dentro del edificio.
Aún queda por saber quién fue el otro agresor. Y también cabría determinar si el secretario general de la Utpba, Daniel Das Neves, incurrió en falso testimonio en su declaración ante el fiscal.
Pero Vargas es sólo el chancho, o el autor material de la salvaje agresión. Los dueños, o los responsables políticos, siguen sentados en los mismos sillones desde hace 23 años.
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