La muerte no hace mejor a las personas. Al menos no debería. No sé quién fue verdaderamente Víctor Sueiro, pero los medios se la pasan llenándolo de elogios. Las necrológicas siempre son para desconfiar. Cuando alguien muere, se convierte, en forma inmediata, en un prohombre. Criticar a un muerto, para la prensa, no es correcto.
En Nos mean y dicen que llueve, el programa que hacíamos junto a un grupo de compañeros en la radio de las Madres, teníamos una sección que se llamaba Contranecrológica. Creo que era de lo que más me gustaba aunque nunca la explotamos del todo. No sé si Sueiro cabe para un caso así. Tal vez realmente haya sido un buen tipo. A mí me caían demasiado mal sus historias de ángeles y milagros. Mucho menos la de la resurrección y la luz al final del tunel. Sin embargo, el hombre me resultaba simpático.
Por todo esto, es interesante leer el contrapunto que mantuvo años atrás con el entrañable compañero Alejandro Agostinelli. Allí Sueiro rebate las acusaciones -entre muchas, de "chanta"- en un diálogo con Dios! que considero imperdible. Entiendo que es mejor esto a tirar la batería de chistes estúpidos que uno tuvo que escuchar por estas horas. Lo otro es leer la nota de Leonardo Moledo en Página/12.
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