lunes, 20 de agosto de 2007

Fútbol, mercado y violencia

El problema de la violencia en el fútbol, las barras bravas, los dirigentes, Julio Grondona, ya aburre. En realidad, no es que deba ser fuente de entretenimiento, pero tanto machacar con la misma cosa para que no pase nada es como que fastidia. Sobre todo porque pareciera, en cierto sector del periodismo deportivo, que hablar de barrabravas, vinculándolos a los dirigentes, es por demás comprometido. Hace unos días, Pablo Llonto pedía en Hipercrítico que hablen los barrabravas y la verdad es que está bien que hablen todos pero ya es hora de entender que cualquiera de estos muchachos responde a un sistema perverso regido por el dinero, lo que los lleva a convertirse en mafiosos o sicarios de mafiosos más importantes. También hay algo de lumpenaje en muchos de ellos.

Con esto intento decir que está muy bien encargarse de un tipo como Rafael Di Zeo, pero a esta altura se convierte en un blanco fácil y sencillo. Lo mismo que pegarle a Julio Grondona, ya es viejo. Había que hacerlo cuando unos pocos se encargaban del tema. Grondona es un tipo que mantiene el poder pero está desprestigiado. En general, los dirigentes del fútbol son personajes desprestigiados. Fijémonos sino en José María Aguilar, ¿cuántos periodistas se animan a defenderlo? ¿Quién defiende a Alan y Willian (¡qué nombres!)? Pero en todos los universos ocurre lo mismo. Ahora todos se hacen los vivos con el cadáver de Menem.

Tanto darle a algunos nombres y a ciertas prácticas de la dirigencia, que la cuestión, tan importante pero descontextualizada, se terminó por banalizar. Ya se sabe que los barras son usados por los políticos tradicionales, que los dirigentes son cómplices y que Grondona regentea todos los negocios alrededor del fútbol. Esto se anima a decirlo hasta Macaya Márquez. Pero lo que nadie pone en tensión es al sistema que rige el fútbol porque ahí sí pueden tocar intereses más complejos.

El gran problema es que al fútbol se lo comió el capitalismo y todos quieren llevarse una parte del jamón. Si hacen plata los jugadores, los empresarios, los técnicos, los dirigentes, los patrocinantes, los periodistas, entonces también quieren hacerla los barras. Y ahí algunas cuestiones se dirimen a los tiros. Tan sencillo como eso. Pero claro, ubicar al mercado como una de las causas de la violencia es arremeter con todos los aspectos del negocio. Así, entonces, el profesionalismo queda en el centro del problema.

-Espere, espere, ¿usted me está queriendo decir que hay que volver al amateurismo para terminar con la violencia?
-Nada más preciso que eso.
-Usted está loco.

-Muchos dicen eso, ¿pero sabe qué placer sería sentir al fútbol en su fibra más lúdica? Ni usted ni yo vimos eso alguna vez.

-No, claro. ¿Y cómo sería eso?

-Fútbol amateur, donde nadie se lleve guita; donde nadie hable de que una persona vale tanto y otra tanto; donde los millones que se mueven sean repartidos para otros menesteres; donde la televisión sea pública y gratuita. Fútbol para todo el pueblo, con entradas gratis en todo el país. Sin Macri, Aguilar ni Blanquiceleste. Así sería, pero para eso falta mucho.


La barbarie del mercado produce violencia y muerte. Cuando los millones se entrometen entre las personas y a eso se le mezcla la falta de educación, el retraso en la conciencia de las masas y la pasión exacerbada por el marketing, vemos lo de todos los días. Pero nadie sacará, por ahora, los pies del plato. Son muchos dólares en juego y pocos, pero poderosos, los que se los reparten.

Mientras tanto, como Eduardo Galeano, somos mendigos que vamos por las canchas pidiendo tan sólo una jugadita por el amor de Dios.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente. Si jugadores, funcionarios, federativos y demás gente cultivada del deporte se entregan al dinero, porqué no van a hacelo los brutos de las barras.
Lo que realmente nos mata es la larga espera hasta la jugadita de Dios.
Pablo

Anónimo dijo...

Cierto, Paredes, muy buena nota. El capitalismo es la causa de todos los males. Una sola cosa: no sea injusto con los periodistas que le pegan a Menem, muchos de ellos ya le pegaban cuando él era gobierno, cuando por otro lado había más libertad de prensa que ahora, que el gobierno tiene todo controlado

Anónimo dijo...

Escribí largo ayer y se borró. Trataré de ser breve.
1) Amateurismo - profesionalismo. ¿En serio creés que el rugby y el polo son deportes más transparentes y populares por ser amateur? Si el fútbol se hace amateur los únicos que van a dejar de ganar guita son los jugadores (que nacieron en villas, en muchos casos). El resto va a seguir forrándose.
2) Grondona está desprestigiado, cierto. Pero también es cierto que el periodismo nunca le pregunta por sus chanchullos. No veo una actitud crítica del periodismo con Grondona, para nada.
3) ¿Está mal hacer leña del riojano caído? Mientras sigan impunes sus delitos, no. Lo mismo se aplica a los militares del proceso, por ejemplo.

Anónimo dijo...

Aguilucho,

1) Lo del rugby y el polo son ejemplos falsos. Mire el deporte cubano. Es amateur. Claro, usted me va a decir que los pibes se escapan para hacer contratos millonarios. Está bien, que se vayan. Y también me va a decir que ellos hicieron una revolución. Y bueno, de eso le hablo. En esas condiciones no debería existir ningún Grondona.
2) Acá tenés razón, quizá a uno se lo lleva puesto el microclima en el que vive. Por ejemplo, debería ver más a Niembro y ahí me enteraría cómo lo defiende. De todas formas, la idea era que un tipo como Grondona ya está en boca de la gente como algo negativo. Y sino pruebe: vaya ahora a Constitución y pregunte por Grondona a ver qué le dicen.
3) Hay que hacer leña, fuego y todo. Pero usted no vio que, por ejemplo, hasta Polino es capaz de criticar a Menem. Porque ahora criticar a Menem está bien hasta en el canal de Hadad. En realidad, putear a Menem siempre está bien, pero hay que aprender a hacerse el guapo con otra gente también.
Saludos

Anónimo dijo...

1) Lo que yo digo es que es irreal plantear al fútbol como amateur. El gran negocio es la tele. Si el fútbol es amateur, va a seguir siendo televisado. Y resulta que a los dueños de los canales le gusta la guita más que a los osos la miel; entonces ponen publicidad junto con la pelota. El negocio va a seguir intacto, pero los muchachos de barrios humildes no van a poder jugar al fútbol porque en vez de entrenar van a tener que buscarse otro trabajo. Esto pasa con el rugby, donde los jugadores son todos rubios de San Isidro porque los morochos tucumanos tienen que ganarse el mango de otra manera.
2) Es como yo digo entonces, mucho desprestigio pero la sartén la sigue agarrando por el mango Grondona.
3) Estoy de acuerdo, es más fácil pegarle a Menem ahora. ¡pero al menos que le peguen ahora!

Anónimo dijo...

1) Hablar de amateurismo implica, además, el fin del negocio televisivo. Partidos por la televisión pública. Gratis. Y a la mierda con el pendorcho ese que te hacen comprar y que hasta Papipo se ensartó. Implica además, otras cosas:
1) elección del presidente de la AFA mediante el voto directo.
2) sistema asambleario para la Selección argentina. Basta de discutir en el café. Se presentan candidatos a la asamblea de X miembros, éstos discuten sistemas de juego, estrategias y jugadores a convocar y eligen un delegado para ir al banco. Ahí vamos a ver si los argentinos somos menottistas, bilardistas o bielsistas.
3) partidos sin árbitros. sin en el papi podemos jugar sin cagarnos a trompadas con nuestras propias reglas, imagínese personajes mucho más civilizados que nosotros. Al fin y al cabo los fallos de los árbitros generan más violencia que cualquier otra cosa.
Esto iba a ser un post y usted me lo cagó porque me llevó a un terreno donde debo ahondar. Pero no importa, la vamos a seguir.