martes, 4 de septiembre de 2007

Hipercrítica a Hipercrítico (II)

Osvaldo Bazán y Gustavo Noriega son, para mí, dos hallazgos. En esto debo estar haciendo, en forma involuntaria, cierta confesión de ignorancia. No los conocía. No en profundidad. A Bazan lo tenía de la televisión -donde casi nada es profundo- y conocía buenas referencias de sus libros, sobre todo de Historia de la homosexualidad en la Argentina. A Noriega, por supuesto, de El Amante además de sus participaciones en Duro de Domar.

Bazan presentó cartas credenciales seductoras: “El periodismo de periodistas es el único reaseguro que nos queda para mirarnos los unos a los otros. Si la manguera de mi colega bombero está tirando agua podrida no hay nada que me obligue a callar. El agua podrida es agua podrida, así la esté usando un bombero o un periodista”. Buena metáfora la de Bazan. Pero no nos quedemos con esto. En la primera columna sobre Tinelli, tira algunos nombres y dijimos que de nombres es de lo que estamos sedientos. Eso, sin contar con que trabaja en el canal que tiene a Tinelli como principal figura. Cuando se mete con Aptra se la juega, sobre todo en estas líneas: "Se privatizan los canales, se revientan las condiciones de trabajo de quienes están en los canales, se imponen formas de producción nocivas, se fomenta la estupidez con una eficacia desconcertante y Aptra no dice nada. Aptra entrega el premio, cobra y todos felices". Osvaldo trabaja en Canal 13, un canal privatizado, no cualquiera se manda una reivindicación de ese tipo en esas condiciones. Pero hasta acá faltaron nombres, más nombres. Si el público, en general, ve a Luis Ventura por televisión como uno de los principales periodistas del espectáculo no sería interesante saber quién es y por qué es capaz de jactarse de que convierte chicas en estrellas. ¿Por qué el periodismo de espectáculos se confunde con el chimento, la nota barata (o cara) y amarillista? Bazan esto podría explicarlo sin problemas. Es difícil dar nombres, se entiende, pero de qué otra manera se convierte uno en hipercrítico. Así y todo, la nota Cómo entrevistar estrellas de Hollywood deja una idea interesante acerca de cómo manipulan las grandes productoras.

“Criticar a los medios no es una posibilidad, es casi un deber del periodismo”, sentenció Noriega al arrancar Hipercrítico. Un concepto clarísimo, pero todavía estamos esperando que se la agarre con los medios. Sí, lo hizo con Sirvén, también con los periodistas que buscan argentinos en cada tragedia -aunque nada tenía que ver con el cine- y con José Pablo Feimann y Cristina Mucci. Pero, como ya dijimos, son hipercríticos, no perdonen una. Porque hasta aquí da la impresión de que están yendo para otro lado, que cada uno comenta sobre espectáculos, política, deportes o cine, pero no sobre el periodismo de espectáculos (¿espectacular?), deportivo o político. Noriega es un tipo que sabe mucho de cine. Viene de una revista que puede ser considerada elitista pero que tiene un indiscutido prestigio. Sin embargo es un personaje que supo encontrar un lugar en un panel heterogeneo como el de Duro de Domar. Con esto intento decir que Noriega es un intelectual pero que puede hablarle al televidente o escribirle al lector desde un lenguaje llano. Lo hace, de hecho. Por eso, podría sacarle mucho más el jugo a su mirada. Ni siquiera tiene ataduras con los medios tradicionales, salvo su relación con Canal 13 que es tercerizada, o con La Red, en el programa de Majul. No hay necesidad (más allá de la de Noriega) de hablar del pochoclo. ¿Es hipercrítico con la prensa o con el espectador? Noriega tiene mucho más para contar que hacer la crónica del crunch crunch de dos chicos que habrán visto esos baldes de palomitas de maíz en otras tantas películas norteamericanas. La distancia entre esa columna y la que escribió sobre Michael Moore y su pelea con Wolf Blitzer está a la vista.

Mañana, si Arnet quiere, la tercera y última parte.

Leer Hipercrítica a Hipercrítico (I)

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