
"El día de la Carta Abierta a la Junta Militar", siguió y de inmediato cayó en la cuenta de que estaríamos festejando el día del periodista un 24 de marzo. "¿Y si mejor lo dejamos así?", sugerí, ya cansado de buscar días —a veces me agarran esas vagancias, sobre todo cuando se trata de fechas. "Además, es Moreno, un jacobino, un revolucionario", le dije como para convencerlo.
"Mirá, lo que yo no me banco es que me saluden las agencias de prensa", me dijo, "porque los prenseros son insoportables; son los que todos los días te rompen las pelotas para que publiques tal o cual cosa, o para que no publiques esto o aquello".
Él porque es envidioso: se queja de las tarjetas pelotudas que le mandan por correo porque nadie le mandó una caja de vinos, algún libro, un champán. "No seas boludo", dijo, casi violento. Pero tengo razón: si el tipo recibiera esas cajas tan lindas que mandan ahora, alguna memoria flash de esas que ya no valen dos mangos, una picadita con ricos quesos, salamines y jamones, no diría un carajo. "En serio, y si proponemos cambiar el día", me dijo. Y lo mandé a la mierda.
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