miércoles, 6 de agosto de 2008

Exitismo, un deporte argentino


 Es curioso: si algo no ocurre en la televisión es como si no existiera. Eso sucede con ciertos deportes cada vez que llegan los Juegos Olímpicos. Porque, para ser sinceros, ¿a cuántos le interesaba hasta hoy lo que ocurría con el yudo o la marcha? Este mes será distinto: la misma televisión que durante cuatro años ignoró a la mayoría de las disciplinas que competirá en Pekín, las recibirá con los brazos abiertos. El exitismo también es un deporte olímpico argentino. En estos 17 días no sólo habrá que resistir los horarios chinos. También soportaremos que conductores hoscos y especialistas en generalidades se dispongan a opinar sobre remo, yachting y natación como sabios conocedores. Eso ocurre con la televisión, porque la caja no es tan boba y masifica casi todo lo que toca. Si durante el lock out agrario nuestra vecina del octavo aprendió la vida de la soja, con los Juegos en tevé deportes hasta ayer marginados se instalarán en la fila del supermercado, el taxi, la peluquería.
El señor y la señora tendrán tema de conversación.
–¿Usted vio cómo corren esos negros?
–¡Y cómo saltan!, ¡es increíble!
–Me quedé hasta las cuatro de la mañana prendido a la tele.
En realidad, a nadie le preocupa demasiado quién es Usain Bolt o Asafa Powell, pero ahí estarán, en la televisión, que es lo que importa. No faltará el medallista que, a su regreso, se siente a la mesa con Mirtha o fatigue programas matinales. Pero el momento supremo estará en el living de Susana: un verdadero atleta completa su triunfo en los sillones blancos de la diva.
Pero no todo será improvisación: Bonadeo volverá a descollar desde la pantalla, pasando de una disciplina a otra como quien salta un charco. A esta altura uno piensa que ver los Juegos Olímpicos por tevé, aun de madrugada, sólo es posible con sus relatos. Alguna vez deberá llevarse, al menos, un bronce. Y después, como ya sabemos, irá a lo de Susana.

(Publicado en Crítica de la Argentina)

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