lunes, 13 de agosto de 2007

La prensa del miedo

El terrorismo es unos de los métodos preferidos de las empresas periodísticas para someter a sus trabajadores. Al menos de eso gustan algunos patrones de estancia a la hora de manejar sus medios: se trata de un estilo que viene de lejos, con muletillas que deberían haber quedado en desuso desde hace rato pero que a muchos todavía les gusta repetir, como eso de que "las excusas no se publican".

Este tema viene a cuento de lo que se publica en este blog acerca de lo que ocurre en el nuevo canal de Daniel Hadad. Es cierto que no en todos los medios predomina el terror, pero es una práctica muy común en la mayoría de las redacciones, donde se juega con el despido como en una ruleta rusa. Y las empresas del ex movilero de Radio América no hay excepciones.

En Vale Todo, la biografía de Hadad que escribieron Javier Romero y Romina Manguel, se cuenta una anécdota en la que participa el director de Radio 10, José Luis Rodríguez Pagano, y un (ex) cronista de la emisora:

-La corte entendió que el reclamo por la desaparición del escritor Rodolfo Walsh (...) Es todo desde Tribunales. “La 10”, siempre primera.
-Escuchame, no te pases de listo. Cuando nombrás a Walsh, sabés que tenés que decir activista. –El tono de José Luis Rodríguez Pagano sonó intimidatorio. Pero el cronista se le animó.
-No me podés negar que Walsh es un escritor. Tiene varios libros y escritos muy importantes.-Me importa un carajo. Cuando nombrás a Walsh tenés que usar la palabra activista. Es una orden.
-Mirá, en todo caso puedo no decir la palabra escritor. Pero no voy a decir la palabra activista. –El cronista, que había dado sus primeros pasos en la radio, ya estaba cansado de ciertas presiones y se le animó a su jefe directo. Enseguida se dio cuenta de que sus horas en la radio, que ya encabezaba los rankings de las AM, estaban contadas. A los dos meses fue despedido de la emisora.

Recuerdo que en Ámbito Financiero la sóla presencia de Julio Ramos podía cambiarle la cara a cualquiera. En los cinco años en que trabajé en ese lugar vi a tipos grandes temblar ante los gritos del Pelado. Su escuela era la de Timmerman, algo que no disimulaba. El estilo de Roberto García era (es) diferente, más distante de la tropa aunque más amable para el diálogo. Yo no experimenté el maltrato de Ramos -aunque sí sus críticas, muchas veces durísimas- pero sí le ocurrió a otros compañeros. Incluso, algunos de la línea media creían que tenían un cheque en blanco para aterrorizar a redactores. Lo peor es que muchos naturalizan estas actitudes con postura de machos recios. Machos recios que son ovejitas cuando ciertos patrones los necesitan para carnerear.

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