jueves, 6 de septiembre de 2007

El rap del Fuerte Apache

Los pibes de Caseros siempre le tuvimos respeto al Fuerte Apache. Esa mole imponente que se ve desde varias cuadras impone miedo. Si alguno de los chicos que llegaba a la plaza de Villa Parque era del Barrio, la cosa era distinta, se lo respetaba. Recuerdo haber entrado de grande varias veces a los bloques. Y aunque tenía amigos, siempre lo hice con algo de temor. No era local a pesar de que cantaba, de chico, “yo nací en un ranchito/me crié en los monoblocks/soy del barrio de Ingenieros/soy hincha del Tricolor”. Ser de Almagro era una imposición para entrar al Fuerte, minimizado por el gran público como el lugar más peligroso de Buenos Aires. Allí donde la pertenencia tiene un sentido particular: el que es del Ejército de Los Andes está orgulloso de serlo. Y sabe, más que nadie, lo que implica vivir en los monoblocks. Aún hoy, cada vez que vuelvo a Caseros, no puedo dejar de mirar a un costado para espiar en qué andan esos bloques viejos y gastados.

Sebastián Hacher escribe en la última THC sobre F.A., una banda de rap que vive en los bloques. El relato de Hacher transmite cada latido del Fuerte y la transparencia de los integrantes del grupo le da frescura a una historia tan cruda como la que viven muchos de los pibes del Conurbano. Como dice el cronista, “son los hijos no reconocidos de la convertibilidad, los que dieron origen a la cultura de los ‘pibes chorros’, la de conseguir por la fuerza los pequeños lujos que el ‘uno a uno’ había reservado para las clases medias y altas. También, claro, fue la generación que más sangre aportó a las estadísticas del gatillo facil”.

Hacher vivió en Ciudadela hasta los 18 años. Quizá por eso -y a pesar de las varias cuadras de diferencia- sentí cierta identificación. Hacher sabe de lo que escribe y toma posición en el relato desde el momento en que mete los pies en el barro y aclara cuáles son sus orígenes. No es un observador neutral. No es un periodista que entra al Fuerte, hace la notita y se va. Él camina junto a los pibes. Pero tampoco la caretea: “Llegué a destino y estoy solo en una calle interna del barrio. Es un mediodía con silencio de madrugada. Me siento un pez fuera del agua, perdido y frágil en esta mole de cemento”. No conozco en persona a Sebastián pero cuando leo sus textos o miro sus fotos siento que el periodismo es eso: contar desde adentro. Ser parte. Tomar partido.

Y mientras escribo esto pienso que algunos quieren escribir la historia en 140 caracteres y esperar a que las noticias lleguen por RSS. Si así fuera, de cuánto nos perderíamos de contar y cuánto nos perderíamos de saber.

La nota se puede leer en el blog No contesta.

Más información sobre F.A. acá

Fotos de Sebastián Hacher

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